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· DE LA REAL MAESTRANZA DE CABALLERÍA DE RONDA ·

Ronda, 8 de septiembre de 2024

Torero histórico

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Toreros históricos en la Plaza de Toros de Ronda (XX). Juan Yust, el torero malogrado

Juan Yust fue un “deslumbrador y fugaz meteoro”, que parecía destinado a competir con el astro del glorioso Montes, que oscurecía a todos. Vino al mundo en 1807 en el epicentro de la tauromaquia sevillana que dominaba los ruedos de España, barrio de San Bernardo, en el seno de una familia vinculada al cercano matadero, la escuela de los toreros de la época. Siendo un recién nacido, fue ajeno como es natural al comienzo de la Guerra de la Independencia un año después, cuando una muchedumbre exaltada linchó al ilustrado conde del Águila, y a la invasión francesa de la ciudad con la llegada en 1810 de José Bonaparte y del general Soult, que ocuparon palacios, conventos e iglesias para albergar a su  extensa plana mayor y a las tropas, con el subsiguiente y salvaje saqueo de su inmenso patrimonio artístico.

Toreros históricos en la Plaza de Toros de Ronda (XVIII): Manuel Domínguez Desperdicios, el torero aventurero (II)

Cuando la fragata “Amalia” llega a Cádiz en mayo de 1852, al regreso de sus correrías sudamericanas, Manuel Domínguez tiene 36 años. Ha pasado dieciséis fuera de su país, y en ese tiempo bajo el reinado de Isabel II se han sucedido treinta y dos gobiernos en una frenética secuencia de alternancias y pronunciamientos. Dominguez, ajeno a estos vaivenes, comprueba que casi nadie se acuerda de él. Incluso le llaman “el americano”. Está decidido a recuperar su profesión, y para encontrar algún apoyo visita a un antiguo alumno de la Escuela de Tauromaquia como él, Francisco Arjona Herrera Cúchares, que en ese momento está instalado en lo alto del escalafón junto a José Redondo el Chiclanero, cumbre que había dejado vacía la muerte de Antonio Montes el año anterior. Su compañero de la adolescencia lo recibe con suma frialdad, no se le había olvidado que el reaparecido había acabado mal con Juan León, el que fuera su protector y maestro. Le dice, con algo que se puede entender como menosprecio, que se busque la vida en plazas de pueblo. Pocos años después compartiría cartel, e incluso Dominguez le daría la alternativa al hijo de Cúchares.

Toreros históricos en la Plaza de Toros de Ronda (XVII): Manuel Domínguez Desperdicios, el torero aventurero (I)

Manuel Domínguez Desperdiciosvino al mundo en 1816 en la población sevillana de Gelves, a orillas del Guadalquivir.  De modesta procedencia, huérfano de padre a los tres años, el hermano de su madre se hizo cargo de la familia; capellán de las religiosas de la Paz, procuró a Manuel una educación esmerada en sus primeros años como estudiante de segunda enseñanza en la Universidad de Sevilla. Fallecido su tío cuando tenía doce, les dejó en herencia una pequeña finca, y para salir adelante la madre entendió que era conveniente que su hijo se dedicara al oficio de sombrerero, vinculado a la profesión taurina por el clan formado por los toreros Antonio y Luis Ruiz, que llevarían su oficio como alias.

Toreros históricos en la Plaza de Toros de Ronda (XVI): Juan Martín la Santera

Durante uno de los festejos de la feria de mayo de 1864 salió a la arena de Ronda el toro más bravo que se haya lidiado en la historia de la plaza. Marismeño, de la ganadería de doña Dolores Monge, que tomó cincuenta y una varas y mató once caballos, proeza que no ha sido superada en este coso. El diestro que se enfrentó a tan formidable animal fue el sevillano Juan Martín la Santera, de 54 años, que se retiraría de los ruedos dos temporadas después. No era la primera vez que actuaba en Ronda.

Toreros históricos en la Plaza de Toros de Ronda (XII). José Redondo el Chiclanero, el torero “reondo” (I)

Francisco Montes dejó como herencia la arquitectura de una tauromaquia cimentada en una lidia disciplinada, que al contrario de lo que se podría suponer permitía y favorecía la expresión personal. En una estructura ordenada es posible distinguir a los diferentes mejor que en el caos. Fue la suya una escuela ecléctica, que mezclaba suertes antiguas y modernas, superando las diferencias entre la sevillana y la rondeña. Detrás de él se abrió el camino para los llamados toreros “redondos” o completos, que vivieron y desarrollaron sus carreras en un país tensionado por las alborotadas circunstancias políticas del siglo XIX español y el largo conflicto dinástico entre isabelinos y carlistas que desembocó en un cruento enfrentamiento bélico.

Toreros históricos en la Plaza de Toros de Ronda (X). Francisco Montes, Paquiro, el torero crucial (II)

Entonces tuvimos un espectáculo maravilloso: el de Montes capeando al toro. Querría poder explicarle, Madame, lo que es capear al toro; pero es cosa difícil de hacer comprender a quién no lo ha visto. Imagínese, Madame, un hombre sin más arma que un manto de seda, jugando con un animal furioso, haciéndolo pasar por su derecha, haciéndolo pasar por su izquierda, todo esto sin dar un solo paso, y viendo en cada pasada del toro cómo los cuernos rozan los adornos de plata de su chaleco. Es como para no entender nada, es como para creer en un encantamiento, en un amuleto, en un talismán”.

Toreros históricos en la Plaza de Toros de Ronda (VI). Jerónimo José Cándido, “el cuñado de Pedro Romero”

Jerónimo José Cándido, “el cuñado de Pedro Romero”. Personalidad taurina de notable relieve, contó siempre con el respeto de compañeros de profesión y aficionados como maestro reconocido. “Hombre más de trapo que de espada”, gran conocedor de toda clase de reses y de la lidia más conveniente a cada una, en la que mezclaba con gran pericia la sobriedad rondeña con los adornos que viera en el sevillano Pepe Hillo, ejerciendo notable influencia en la generación posterior, una dolencia reumática en la cúspide de su carrera condicionó su trayectoria.

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