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· DE LA REAL MAESTRANZA DE CABALLERÍA DE RONDA ·

Ronda, 3 de octubre de 2024
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Epidemias de cólera morbo asiático en Ronda durante el siglo XIX (IV)

Cuarta parte del artículo realizado por Juan Bosco Trigueros Galán, Enfermero y Doctor en Ciencias de la Salud por la Universidad de Málaga.

Lugar. ¿Dónde?

Como hemos visto, la epidemia comienza en la calle Miraflores del Barrio de San Francisco con seis casos de mujeres aquejadas de “cólicos coleriformes” el día 5 de marzo de 1855. Para el mes de mayo la epidemia ya afectaba prácticamente a todos los cuarteles de la ciudad. El Mercadillo, donde se situaba la nueva burguesía rondeña, y La Ciudad, donde residía la clase alta rondeña, tienen un menor porcentaje de casos frente a La Merced, San Francisco, El Calvario y Las Peñas, que eran los barrios más pobres.

Tabla I. Frecuencia de fallecimientos por cuarteles. Elaboración propia a partir de los registros de mortalidad del AHMR

Por grupos de edad la distribución por cuarteles es la siguiente:

Tabla II. Frecuencias de fallecimientos por grupos de edad en los cuarteles. Elaboración propia a partir de los registros de mortalidad del AHMR

Por calles los fallecimientos tuvieron las siguientes frecuencias:

Tabla III. Distribución de fallecimientos por calles. Elaboración propia a partir de los registros de mortalidad del AHMR

La inclusa no se ha incluido en ningún cuartel puesto que, aunque estaba en la ciudad, al ser una institución independiente parece más conveniente situarla a parte, véase Tabla II. Con la peculiaridad que desconocemos, por el momento, el número de ingresados en esa institución en ese año concreto. Tampoco se han agregado a ningún cuartel los cuatro fallecidos del campo ni los dos del Hospital Santa Bárbara, así como los dos casos sospechosos, por lo que se ha trabajado con un número de fallecidos de 207.

Quizás el dato más importante sea el de la tasa de prevalencia por mil habitantes que la epidemia de 1855 tuvo en Ronda, ya que el número absoluto de fallecimientos o de casos en una epidemia es decir bastante poco y a veces puede llevar a confusión. No es comparable 100 casos de cualquier enfermedad epidémica en Ronda, que los mismos casos en Nueva York. Es indudable que a mayor población expuesta al riesgo mayor número de casos, por lo tanto, si queremos hacer una evaluación de la epidemia en Ronda y, sobre todo, si queremos compararla con la intensidad que esta misma epidemia tuvo en otras ciudades, es necesario calcular la tasa de prevalencia por mil habitantes o cien mil habitantes.

La población de referencia será el censo de 1857, ya que carecemos de datos de 1855, y la población por cuarteles de 1860. No obstante, veamos algunas consideraciones sobre la población del censo de 1857. La primera cuestión que llama la atención es el alto número de varones entre 31 a 40 años y, como consecuencia, el alto índice de masculinidad 13.324/9.972 = 1,33 (número de hombres/número de mujeres), que expresa un claro predominio del número de hombres por mujeres que sólo suele ocurrir en el primer año de vida, para compensar la mayor mortalidad de los niños pero que aún así no suele superar el 1,1-1,2.

Gráfica 1. Pirámide de población de Ronda del año 1857. Elaboración propia a partir de los datos del censo de población de 1857 del INE

Si leemos los preliminares del censo, veremos como el presidente del Consejo de Gobierno de España, Leopoldo O`Donell, presenta el mismo a la reina Isabel II haciéndole la siguiente advertencia:

No es, señora, el resultado que tengo la honra de presentar a V.M. de aquellos en lo que cabe una exactitud completa: en estas materia no se adquiere posesión sino con el tiempo, ni se adelanta sino con la perseverancia, ni se depura la verdad sino con las comprobaciones”. He de reconocer que al ojear estas primera frases sentí curiosidad ya que al hacer la pirámide de población, como más adelante veremos, encontré un artefacto en un grupo etario que era absolutamente inexplicable, como me interesó el preámbulo seguí leyendo y obtuve la recompensa en la página tres: “… pues mientras que en muchas poblaciones viene á equilibrarse los ausentes con los que en ellas transeúntes, en algunas otras aparece una gran desproporción, como en Ronda y Baeza, que al tiempo de la inscripción celebraban o iban a celebrar sus ferias ”, se refiere al período censado que coincidió con la Feria de Mayo, más concretamente el 21 de mayo.

Esta alteración se hace evidente y muy llamativa sólo con observar la pirámide de población, y se corrobora con una lectura muy detenida del censo de ese año, especialmente, si comparamos la cifra de transeúntes con las de otros censos u otras poblaciones similares veremos los desproporción de esta. He de confesar que la única razón para que alguien lea la presentación de un censo es únicamente explicable si se está buscando la razón de una anomalía previamente observada.

Sin lugar a dudas, la cifra total de habitantes que aparece en el censo es la que induce a error en el artículo titulado “Población y economía de Ronda”, publicado en la revista Jábega nº 25 de la Diputación de Málaga, en el que se dice: “Por su parte, los censos oficiales nos hablan ya con claridad de la rancia tradición emigradora del municipio rondeño: en 1857 contaba con 23.296 personas, pero en 1900 la cifra se había reducido a 20.995, o sea, en poco menos de medio siglo su población no sólo no había aumentado, sino que había experimentado una reducción de 2.304 personas”.

Si tomamos como referencia para aproximarnos el número de transeúntes del censo de 1860, comprobamos que su número es de 1.565 (1.086 varones y 479 hembras), por lo que si restamos esa cantidad a la de 23.296 del censo, obtenemos que la cifra más aproximada de 1857 sería la de 1.900, pero si vemos otras cifras de otros años suele ser bastante menor el número de transeúntes. De acuerdo con los registros de población del AHMR la población de Ronda en 1860 era de 17.854, por lo que no es descabellado pensar que en 1855 fuera de aproximadamente 17.300 personas. Si comparamos esta población con la de 1900 que era de 21.280, existe un discretísimo aumento de alrededor de 3.980 habitantes, pero nunca una disminución de 2.304 personas como se afirma en el referido artículo. En resumen, no existió disminución de habitantes entre los años 1857 y 1900, y por la tanto se cae la premisa mayor en la que se basaba la presunta “rancia tradición emigratoria del rondeño” ya que, en caso de existir, es evidente que no se sustenta en este dato.

Esta coincidencia hizo que se produjera un artefacto importante, en mi opinión, especialmente en el grupo de 31 a 40 años, y de forma menos observable en la pirámide de población en los grupos de 41 y 50, ambos en los hombres y en el de 31 a 40 en mujeres. El dato más concreto aparece en el censo en la columna de transeúntes, donde se establece un número de 4.551 varones y 1.330 hembras [sic], siendo con estos datos la población de Ronda de 23.222 habitantes, por lo que corregiremos esas cifras restándole los transeúntes de 1860 como aproximación a la realidad.

Tabla IV. Distribución de nacionales y extranjeros. Elaboración propia a partir de los datos del censo de población de 1857 del INE

Lo que en principio ha sido un enorme problema y limitación para los cálculos de este trabajo, sirve en sentido contrario para poder evaluar de forma objetiva la importancia de la Real Feria de Mayo, que representaba un aumento de la población de la ciudad de aproximadamente el 23%.

Si queremos asegurarnos aún mas de que las cifras son lo más aproximadas posible a la realidad, construimos un modelo de regresión lineal, con los años de población que disponemos entre 1811 y 2011, para los que obtenemos el coeficiente de correlación (R) de 0,97 y un coeficiente de determinación (R2) de 0,94, por lo que podemos calcular una regresión lineal en la que β0 = (-201790,1) el punto en que la recta corta al eje vertical y β1 = (118,357) la pendiente de la recta, es decir el cambio que se produce en el número de habitantes Yi por unidad de tiempo y Xi el año que se quiere estimar.

Yi = β0 + β1 * Xi
Yi = -201790,1 + (118,357 * 1855) = 17.762 habitantes
Yi = -201790,1 + (118,357 * 1857) = 17.998 habitantes
Yi = -201790,1 + (118,357 * 1860) = 18.353 habitantes

Tabla V. Estimación de población de Ronda. Elaboración propia a partir de distintos censos

Las diferencias que observamos entre los tres años nos hacen optar por utilizar el año 1860 para calcular la tasa de mortalidad por cuarteles, y estableceremos horquillas para la población general con los datos de las tres estimaciones de población, las de 1855, 1857 (corregida) y 1860.

Entre los datos existentes en el AHMR y el censo de 1860 hay un desfase de 112 habitantes menos. Si nos ajustamos a la población corregida del censo de 1855 de aproximadamente 17.762 habitantes, la tasa de mortalidad para la epidemia de cólera de Ronda es de 1.165 fallecimientos por cien mil habitantes. Para 1857 obtenemos una tasa de 1.150 por cien mil habitantes, y para 1860 de 1.127 por cien mil habitantes, por lo que podemos concluir que muy probablemente la tasa real se situó entre 1.127 y 1.165.

Respecto a los cuarteles, las tasas de mortalidad son especialmente altas en La Merced, San Francisco y Las Peñas, siendo La Ciudad, El Mercadillo y El Calvario los menos afectados. Como queda reflejado en la Tabla X, en la que no constan los dieciocho fallecidos de la Inclusa, cuatro del campo, dos del Hospital y seis del Cuartel.

Tabla X. Tasa mortalidad por cuarteles y total según estimación de la población. Elaboración propia a partir de los datos de población de 1860 del AHMR

La dificultad de aproximarnos a estas cifras estriba en la probable existencia de subregistros de mortalidad, de los que puede depender las oscilaciones de la tasa anual de mortalidad más que de la inestabilidad de la población del denominado antiguo régimen demográfico, que se caracterizaba por una alta mortalidad debido a crisis epidémicas (ya prácticamente desaparecidas en el siglo XIX a excepción del cólera) y altas tasas de natalidad que en este siglo estaban ya en franca moderación.

Tabla XI. Tasas de mortalidad en Ronda. Elaboración propia a partir de los datos de los registros de mortalidad del AHMR

Tiempo. ¿Cuándo?

Los fallecimientos por cólera comienzan en el mes de marzo y, siguiendo un patrón estacional, aumentan hasta estabilizarse durante los meses de junio y julio, alcanzando el pico durante el mes de agosto con 63 fallecimientos, iniciándose a partir de septiembre una brusca bajada hasta contabilizar un solo fallecimiento en el mes de septiembre. Aunque no tenemos datos de afectados, es de suponer que los fallecimientos van paralelos al número de contagiados, y en el caso del cólera puede decirse que es casi simultáneo dado el escaso periodo de incubación de entre dos horas a cinco días (OMS) y la rapidez del desenlace fatal.

La curva no sigue a una distribución normal (Shapiro Wills p= 0.159), siendo asimétrica negativa, con una media de 23,2 fallecimientos por mes (IC 95% 5,90-40,53), una desviación típica de 22,52 siendo el total de 207 personas. La curva tiene una lenta subida, en el mes de marzo y abril, una corta meseta en junio y julio, alcanzando “el pico” en el mes de agosto (coincidiendo probablemente con los rigores del verano) para descender (lo que se ha dado en llamar doblar la curva) de forma brusca a partir de septiembre con doce casos (probablemente coincidiendo con el cambio de temperatura) y produciéndose ya en los meses de octubre y noviembre dos y un caso respectivamente.

Analizado por meses, cuarteles [barrios] y calles, la distribución de los fallecimientos durante los dos primeros meses de epidemia prácticamente se circunscribía a los cuarteles de San Francisco (tres casos en las calles Torreones, Miraflores y San Acacio) y Las Peñas (un caso en la calle Caños en marzo). En abril se contabilizan once casos, diez de ellos en el barrio de San Francisco (uno en calle Marbella, tres en Ruedo Alameda, uno en San Acacio, dos en San Francisco y tres en Torreones) y uno en el campo.

Piso del Puente Nuevo y calle de este nombre (1867)

Aproximación a la situación histórica de Ronda en 1855. El Ayuntamiento

El análisis cuantitativo de cualquier fenómeno, ya sea social, económico, epidemiológico o de cualquier otra índole, no deja de ser una visión necesaria pero parcial de la realidad, que debe ser completada con aspectos de la vida diaria más ricos en matices, sentimientos y sensaciones, que si bien son interpretables no por ello son menos imprescindibles. En este sentido las palabras del síndico Blas de Molina el día 2 de marzo resume la situación de la administración municipal rondeña:

El estado de la administración municipal tan desconsolador, tan comprometido y tan necesitado de remedios heroicos como se ofrecen hoy …” y seguía exponiendo: “El cuerpo capitular rodeado por todas partes de necesidades apremiantes, abrumado de reclamaciones del Estado, Diputación Provincial y de los particulares, apremiado alternativamente por unos y por otros, estrechado por las justas exigencia de la población que pide y pide con razón ciertas mejoras tan de necesidad como la dotación de aguas potables en las fuentes públicas y cuando afligido y desconsolado por tan ingratas perspectivas y toma sus vistas al estado de sus fondos y a las esperanzas de sus recursos y por el presente se encuentra sin poder ni aún tan siquiera …” y termina pidiendo un aumento de los gravámenes del “vino, aguardientes y licores”. “El ayuntamiento halló esta petición muy en consonancia con la situación y arreglada a la ley vigente”.

Pero no sólo era esa la cuestión que preocupaba al ayuntamiento, el 21 de marzo el consistorio reconoce que tiene “… la absoluta necesidad de atender con toda preferencia al equipo y armamento de la Milicia Nacional”, y se establecen 20 reales de cuota en lugar de los 50 que marcaba la ley de organización de la fuerza ciudadana de 1836 en los artículos 7 y 9.

El 21 de marzo se adjudica la obra de la cárcel de la ciudad a Antonio Villegas, de la que el 24 de abril quedaría un remanente de 2.500 reales. Posteriormente, el día 8 de mayo se hace libramiento de 895 reales a Ramón del Prado “por los socorros suministrados a los presos pobres”, hemos de suponer que se referían a la ayuda que se prestó con motivo de la epidemia.

Quizás lo más curioso de los plenos de la época lo encontramos en el que se celebró el 8 de junio, en el que las actas recogen el siguiente punto:

Se vio un oficio del Sr. Juez del Juzgado de esta ciudad de fecha de ayer a las ocho de la noche en el que se participa que en atención al estado aflictivo de los desgraciados presos, por haberse dado algunos casos de colera morbo en el local de la carcel se sirviese este ayuntamiento designar, habilitar y poner a disposición del juzgado otro más ventilado y que reuna mejores condiciones higienicas donde puedan permanecer durante las terribles circunstancias que rodean esta ciudad y habiendose hecho igual manifestación por el Sr. Alcalde como Presidente de la Junta de Sanidad, hecha cargo esta corporación de las justisimas razones en las que se apollan acordó: Designar la sala del Puente nuevo como local interino para la carcel durante las verdaderamente aflictivas circunstancias por las que atraviesa esta población que se den las conducentes ordenes para las precisas reparaciones de este local pudiendo permanecer el Alcayde en la casa que conduce al mismo y veneficiandose de la traslación de presos en la tarde del 11 del que sigue [9 de junio de 1855] con las componentes seguridades. Que se oficie al Ilmo. Sr. Juez de 1ª Instancia participandole este acuerdo y que en virtud de no tener el expresado local mas que una habitación y no puedan confundirse los presos de uno y otro seczo, sirva manifestar el numero de mujeres que se encuentran en la actualidad en la carcel para señalar otro lugar donde puedan ser trasladadas.” [Libro de actas capitulares del año 1855 del AHMR].

Hasta aquí el acuerdo del pleno de la corporación que confirma la tradición oral que siempre ha habido en Ronda, en el sentido de situar la antigua cárcel en el Puente Nuevo, pero que hasta ahora, al menos que yo conozca, nunca se había demostrado documentalmente. Respecto a esta circunstancia cabe señalar que en los 207 fallecimientos por cólera ni en los 7.518 fallecimientos que consta en mi base de datos correspondientes a los registros de mortalidad de 15 años del siglo XIX, no existe ningún registro donde figure la condición de preso y curiosamente solo 11 sirvientes y 2 sirvientas, quizás esta actividad fuera considerada más como una condición que como una profesión, mientras la enfermedad de ceguera se contempla como profesión “ciego”.

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