MONUMENTO BIEN DE INTERÉS CULTURAL
Monument Of Cultural Interest
La Plaza de Toros de Ronda, inaugurada en 1785, fue declarada Bien de Interés Cultural (BIC) con la categoría de Monumento en 1993.
Es el centro del patrimonio histórico mueble e inmueble de la Real Maestranza, en la que se integra junto a su entorno y las actividades culturales, académicas y educativas. En 1997 se llevó a cabo un plan integral de restauración para frenar la degradación de la piedra, consolidar el edificio y hacer posibles nuevos usos y servicios.
El coso se construyó siguiendo dos ejes básicos: el primero formado por el Palco Real y la portada principal, prolongado longitudinalmente en dirección al Puente Nuevo; y el segundo perpendicular al primero, con dos amplias puertas en sus extremos. Los ejes quedaron sustancialmente modificados en 1923 al trasladarse de lugar la portada principal.
La fachada, de carácter popular, contrasta con la elegancia de la estilización de la doble arquería interior. La puerta principal está custodiada por dos columnas toscanas que sostienen el entablamento. En el centro del tímpano se localiza el escudo del reinado de Carlos III.
La doble arquería neoclásica es de piedra arenisca. Los arcos muy rebajados están sostenidos por columnas toscanas. El segundo cuerpo es más bajo que el primero y con un antepecho de hierro forjado. Los cuatro arcos correspondientes a los dos ejes principales son mayores que el resto, destacando el que enmarca el Palco Real. En la vertical de cada columna, sobre la cornisa, se presentan unos pináculos pétreos a modo de antorchas.
Las gradas de la planta baja, en un primer momento de madera, y la distribución en palcos de la planta alta, recordaban originalmente la jerarquización de las plazas públicas. El primer cuerpo de columnas se asienta sobre un muro de sillares de piedra, al modo de los anfiteatros, prestando una serie de aberturas que eran utilizadas por el público acceder desde el ruedo a las gradas.
La barrera se construye años despues de la inauguración, destacando su composición de piedra y madera, reduciendo el diámetro del ruedo hasta los 60 metros actuales. Desde su restauración, las tablas de madera y burladeros están decoradas con guirnaldas y bucráneos, elementos frecuentes en la arquitectura local del siglo XVIII.
