Hoy se celebra el Día Mundial del Arte convocado por la UNESCO. Mañana, 16 de abril, es también la efemérides del día en que falleció Francisco de Goya en 1828. Conviene por esta razón recordar la relación que existe entre la tauromaquia como motivo y pretexto artístico, la figura del genial aragonés y su influjo en las corrientes artísticas subsiguientes, que se perpetúa hasta el día de hoy. Buena prueba de ello es la colección de carteles para las corridas goyescas que la Real Maestranza de Ronda viene encargando a autores de vanguardia desde 1999, serie inaugurada con Manuel Arroyo y que se exhibe en su totalidad en el museo de historia de la tauromaquia de la plaza de toros de Ronda.
Dejando a un lado las representaciones de toros desde la prehistoria, ligados a ritos sacrificales y religiosos, mas algunos antecedentes y testimonios de lo que podría ser una tauromaquia primitiva en períodos sucesivos, desde la antigüedad clásica hasta el medioevo la fiesta de los toros tal como la conocemos, convertida en espectáculo, arranca a finales del siglo XVIII con la emergencia del toreo de hombres a pie, una vez superado el toreo aristocrático. En este asunto tienen una importancia capital los dos toreros que inauguraron la plaza de toros de Ronda, Pedro Romero y Pepe Hillo, representantes de las escuelas rondeña y sevillana, respectivamente. Será a partir de entonces cuando las corridas de toros comenzarán a ejercer su atracción para los creadores plásticos nacionales y extranjeros.
Está constatado que la invasión napoleónica y el consiguiente saqueo trajeron como consecuencia que Europa redescubriera fascinada a Velázquez y la excelsa pintura española del Siglo de Oro, y a Goya, cuya influencia en las posteriores corrientes artísticas es manifiesta. En el caso concreto de la temática de asuntos taurinos su ascendencia alcanzará en el siglo XX a otro genio español, Picasso. Sus toros, sus retratos de toreros (como los de los hermanos Romero, Pedro y José), sus escenas, desde las coloristas a las dramáticas planchas de su Tauromaquia, el ambiente del público en los tendidos, sus picadores y sus caballos son trascendentes. Como sostiene Martínez-Novillo (El pintor y la tauromaquia. Ed. Turner, Madrid, 1988) “es un hecho que quien introduce los toros por la puerta grande del arte universal es Goya”.
«Pedro Romero matando á toro parado». Francisco de Goya, 1814-1816. Grabado. Colección-RMR.
En el Romanticismo se sitúa la figura del madrileño Eugenio Lucas Velázquez (1817-1870), pintor de cuya vida se conoce poco y al que la comparación con Goya no le hizo justicia, hasta el punto de que muchas de sus obras se atribuían al aragonés. Sus temas taurinos son preferentemente festejos populares, desordenados, de colores intensos y pincelada suelta, que tiene su paralelismo en el vibrante estilo de Eugene Delacroix, otro enamorado de la fiesta. Durante este período abundan las series de estampas nacionales y extranjeras (francesas e inglesas en su mayoría) con su predilección por las vestimentas de los toreros, convertidos en héroes, y los capítulos de la lidia. Se imprimirán “tauromaquias” inspiradas más en Antonio Carnicero (1748-1814) que en Goya, como las de W. Gäil, W. Lake Price, H. Clarck, V. Adam. G. Doré, P. Blanchard…
Pintores como Mariano Fortuny y el francés Édouard Manet prolongan en varias de sus obras esa atracción que se extiende por Europa. Incluso Van Gogh, a finales del XIX, reproduce el ambiente de una corrida en Las arenas de Arlés. Autores nacionales como Sorolla, Zuloaga o Vázquez Díaz mantienen el interés por el tema taurino, pero será Pablo Picasso y su descomunal producción el que proyecte el asunto en la órbita de las vanguardias artísticas internacionales del siglo XX con sus innumerables dibujos, grabados, apuntes, aguadas y óleos, su serie sobre la figura del Minotauro, que tanto atraía a los surrealistas, y sobre todo su Guernica para el Pabellón Español de la Exposición Internacional de París de 1937, en el que la presencia de la corrida está desde sus primeros bocetos. Picasso siempre tuvo un ojo puesto en Goya.
«Torero». Pablo Picasso, 1970. Óleo sobre lienzo. Sucesión Pablo Picasso.
Maestros del cubismo como Juan Gris o Georges Braque no escapan a este influjo, como el dadaista Max Ernst, y Miró, Dalí, Benjamín Palencia, Manolo Millares y Antonio Saura, con sus Sauromaquias. Son legión los pintores que en época contemporánea recrean el mundo taurino en algunas de sus obras (Francis Bacon, Fernando Botero…), como la pléyade actual que en gran parte está representada en la colección de carteles de Ronda, con el citado Manuel Arroyo, Eduardo Úrculo, Perez Villalta, Barceló, Campano, Guinovart o Ricardo Cadenas entre otros.
Más información sobre el Fondo de Carteleria de la RMR: http://bit.ly/RMR_XLIII_Goyesca_carteles