Documentos en el Archivo de la RMR, 40 – 2022
1833 es un año crucial en la Historia de España. El panorama político nacional estaba marcado por las tensiones entre los absolutistas con el Infante Don Carlos y los movimientos liberales. El 30 de septiembre fallece el rey Fernando VII, dejando como heredera a María Isabel Luisa de Borbón, su primogénita y futura Isabel II, dando paso a la regencia de su madre María Cristina de Borbón-Dos Sicilias e iniciándose el fin del Antiguo Régimen. Una niña de tres años, nacida el 10 de octubre de 1830, que con seis meses era proclamada princesa de Asturias y sucesora en el trono de España.
Isabel II niña, óleo encargado por la Real Maestranza de Caballería de Ronda al pintor José Madrazo y Agudo, 1835. Col. Pictórica RMR.
El 4 de abril de 1833 por un Real Decreto, se dispone el juramento y pleito-homenaje de los representantes del reino a la princesa de Asturias. El acto se celebraría el 20 de junio en el Monasterio de San Jerónimo de Madrid. Esta ceremonia, aparentemente un acto simbólico más dentro del aparato de la monarquía, encierra aspectos muy relevantes para la vida política española de la época.
“Vista del interior de la iglesia del Rl Monasterio de San Gerónimo de esta corte durante el acto de la jura de S.A.R. la Srma. Sª. Princesa D. María Ysabel Luisa de Borbón como heredera del reyno, celebrado el 20 de junio de 1833” Litografía coloreada, Colc. RMR.
La aceptación por las Cortés, donde se aglutinaba la oligarquía de villas y ciudades, junto a la Iglesia y la aristocracia, de la heredera a la corona. La legitimación de una mujer como sucesora en el trono de España, aplicándose, la Pragmática Sanción de 1789 publicada en 1830 y, que había contenido las pretensiones al trono del hermano de Fernando VII, el Infante Carlos María Isidro, que acabaría en la primera Guerra Carlista (1833 – 1840). Por otro lado, se renovaba la imagen de la monarquía, como ya sabemos, la historia de Isabel II, pasa por tener la popularidad y aceptación del pueblo, como figura del tránsito del absolutismo a un régimen liberal, para después acabar siendo exiliada y rechazada.
Por ello, la Jura a la Serenísima Señora Doña María Isabel Luisa de Borbón, princesa de Asturias, tuvo una repercusión excepcional en todo el reino y las colonias, a lo que no fue ajena la ciudad de Ronda. Por un lado, porque las Reales Maestranzas de Caballería participaron activamente en los actos celebrados en junio de 1833 en la capital del reino. Para lo cual la Real Maestranza de Caballería de Ronda, por orden real desde el mes de abril, empezó preparar todo el operativo para participar en las justas, con una comisión organizadora en Madrid cuyo representante fue el caballero maestrante José Joaquín Virués Espínola. Todo lo cual tiene su reflejo documental en el fondo propio del archivo histórico, con una serie de correspondencia, comunicaciones y órdenes reales del primer secretario de estado, Francisco Cea Bermúdez.
Comunicación dirigida a Antonio Atienza Salvatierra, Tte. H. M. de la Real Maestranza de Ronda, por Francisco Cea Bermúdez sobre la real orden de participación en el torneo que habría de celebrarse en la capital, Madrid 30 de abril de 1833, Archivo RMR – Fondo Propio Sig.Legajo 10-C3.
“Justa de las Reales Maestranzas de Caballería en las funciones reales celebrada en la plaza de toros de Madrid en la tarde del día 24 de junio de 1833 con el fausto motivo de la jura de la Srma. Sª. Dª. Ysabel como princesa heredera de España e Yndias” Litografía coloreada, Col. RMR.
En Ronda, en julio de ese año, la Maestranza junto a los diferentes cuerpos militares de la ciudad formaron una comisión presidida por José María de Rojas, Comandante General de la ciudad y su Serranía, con el fin de organizar un programa de actos junto al Ayuntamiento, para solemnizar la Jura a la princesa de Asturias.
El documento que presentamos es el “Programa de los Festejos con los que la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Ronda solemnizará la Jura de la Serenísima Señora Doña María Isabel Luisa de Borbón, Princesa Heredera de estos Reinos”, que se imprimió a instancias del Ayuntamiento, en agosto de 1833 en la Imprenta de Moreti, sita en la plazuela de Vasco. Un documento perteneciente al archivo familiar privado Avilés-Casco. Familia de la cual varios de sus integrantes fueron caballeros maestrantes y coincidieron, en este período, ocupando cargos de responsabilidad en la Maestranza. Antonio Avilés-Casco y Castro, en 1833, era secretario de la junta de gobierno y, según reza en al acta de junta general del 28 de julio de 1833, en la que se leyó la invitación del Ayto. de Ronda para organizar dichos festejos, se eligió por comisionado para tal fin a Juan Avilés-Casco Halcón de Cala.
Fondo de Archivos Privados RMR – Archivo Familiar Avilés-Casco Sig.Blq I-PL2-C4, 1833.
Los actos se desarrollarían entre el 22 y el 25 del mes de agosto, iniciándose al amanecer del primer día con un repique general de campanas, sus calles principales lucían engalanadas con colgaduras y, a partir de la tarde noche, había zonas iluminadas de la ciudad destacando las Casas Consistoriales y Plaza Real, actual plaza de España.
En este tipo de conmemoraciones, como norma general, se acostumbraba diariamente a la celebración de funciones religiosas, benéficas y funciones taurinas, en cuanto a actos culturales y lúdicos eran más variados. El documento refleja como los dos primeros días, 22 y 23, se celebraron un mayor número de festejos que abarcaron la totalidad de la ciudad por diferentes áreas, los dos últimos días, 24 y 25, se dedicaron a actos oficiales y protocolarios, en este caso parece que dirigidos por la comisión de cuerpos militares a la que aludíamos anteriormente.
El día 22 a las ocho de la mañana hubo una función religiosa, Te Deum, con la asistencia del Ayuntamiento y todas la corporaciones civiles, religiosas y militares, posiblemente en la iglesia de Santa. María, mientras que al día siguiente se realizaría en todos los conventos religiosos de la ciudad. Tras los actos religiosos, los benéficos. A medio día se sirvió una comida a los enfermos del Hospital de Santa Barbará, supervisada por representantes municipales. El día 23 se sirvió a los encarcelados, se repartieron limosnas y trescientas hogazas de pan, en el atrio del Convento de la Merced. Justo después, tanto un día como otro, sobre las cuatro de la tarde, se corrieron toros de cuerda en el recinto de la ciudad.
A partir de las nueve o diez de la noche se iniciaba una mascarada, en la que estaban representados cada gremio, acompañada por la banda de música y danzas hasta bien entrada la noche “en que se dispersarán todas las comparsas a discreción llevando cada una al frente su bastonero”. La del primer día bajaría por la calle Boticas y Tendezuelas hacía la Plaza Real, en el recorrido se disponían varios tablados, en los que se ejecutaban danzas, siguiendo por la Calle San Carlos, actual Virgen de la Paz, Zamorano, Sevilla, vuelta por el Puente Viejo, San Pedro y la plaza. El segundo día 23, los festejos abarcaron casi toda la ciudad, a las nueve de la noche la mascarada y comparsas iniciaron su itinerario por la calle de la Imágenes hacía el Barrio de San Francisco, recorriéndolo en su totalidad con especial interés en los bailes y danzas de su alameda hasta las once de la noche, y de ahí, hacia la plaza de la ciudad, Puente Viejo, calle Real, los Remedios, Nueva y la Plaza Real. Mientras a las diez, en la alameda del Mercadillo y calles adyacentes, se iniciaba un baile. La zona estaba iluminada y adornada para tal fin, se dispuso una tienda de campaña en la que se serviría “a precios, acomodados, licores, sorbetes y artículos de fonda”.
El acatamiento de un orden y decoro, establecido en un bando municipal, era de suma importancia para el buen desarrollo de las fiestas. Los disfraces debían ir con el rostro descubierto, no permitiéndose disfraz alguno fuera de esta actividad y el área designada para ello, para lo cual, se destinaban los alcaldes de barrio, en el cargo de bastoneros, sobre todo en la zona de la Alameda del Mercadillo.
Plano de la ciudad de Ronda en 1813, en el DVD de «Cartografía de la Guerra de la Independencia», Madrid, Ministerio de Defensa: Ollero y Ramos, 2008.
Las arquitecturas efímeras proliferan en este tipo de conmemoraciones, acogían tanto a actos festivos como culturales. Destacó sobremanera el pabellón dispuesto en la Plaza Real, en el frente opuesto a la desembocadura el Puente Nuevo, “un magnifico pabellón azul-cristina con fondo púrpura y el texto de la ley de sucesión con letras doradas” en el que se ubicó el retrato del Rey y se dispuso un amplio tablado, sirviendo de escenario a la lectura de composiciones poéticas y la interpretación musical. En estos espacios, era habitual encontrar decoraciones alusivas a la antigüedad clásica, como simbolismo y representación de ciertas virtudes. En la Alameda del Mercadillo, se dispuso un espacio con varios tablados en el que se «colocaron en los sitios oportunos inscripciones en verso, que atestigüen la lealtad que profesa a sus Reyes el pueblo rondeño» y donde una orquesta y un coro de cuatro ninfas, representando a Euterpe y las tres Gracias, interpretaron un himno compuesto para la ocasión. Las Gracias en la mitología griega eran las diosas de la alegría, el encanto y la belleza, mientras que la primera, era una de las nueve musas, divinidades femeninas que inspiraban a los filósofos y a artistas.
Tras la función religiosa del día 23, en el Ayuntamiento y con presencia de la corporación, se realizaron los exámenes de latinidad dirigidos por el catedrático Jerónimo Jiménez, que debió ser el maestro encargado de un centro de enseñanza en la ciudad. En el que se impartirían humanidades, gramática, retórica y poética, podíamos decir que se correspondería a una enseñanza media en la época. A los alumnos más sobresalientes se les recompenso con medallas de plata y otros premios.
Los dos días restantes, 24 y 25, tienen poco desarrollo en el documento, tal y como se ha apuntado, cabe la posibilidad de que tuviesen un cariz más oficial y menos popular. Según se desprende del mismo, los actos de estos días estaban promovidos por «las corporaciones militares y dependientes de la policía», entre los que se encontraba la Maestranza y la Comandancia General, es improbable, que no se realizasen algún tipo de actos, como desfiles, ejercicio ecuestre, función religiosa…etc., más estando relacionado con la Corona.
El documento finaliza con un texto de agradecimiento del Ayuntamiento a todas aquellas corporaciones y vecindario de la ciudad, por su aportación para la realización de este programa de festejos. En el caso de la Maestranza, según sus actas, hizo una aportación económica de cien doblones, junto a otras permitió no usar fondo público alguno para costear las fiestas de estos días de agosto de 1833.
“Caballeros en plaza poniendo rejoncillos en las funciones reales celebradas en la plaza Mayor de Madrid el 22 d junio de 1833 con el fausto motivo de la jura de la Srma. Sª. Dª. Ysabel como princesa heredera de España e Yndias”, Litografía coloreada, Col. RMR.