La plaza como Bien de Interés Cultural (1992) es objetivo de constantes intervenciones encaminadas a su recuperación histórica. En este sentido la restauración de las barreras del ruedo supuso un importante trabajo: si bien era imposible de acometer en su totalidad la restauración del estuco y su decoración sí se pudo recuperar la de las tablas de madera y burladeros con una guirnalda y un bucráneo, ambos elementos frecuentes en la arquitectura local del XVIII y que se asemejaban a los perfiles aparecidos en los restos del estuco.
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