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· DE LA REAL MAESTRANZA DE CABALLERÍA DE RONDA ·

Ronda, 16th September 2024 20:32
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Toreros históricos en la Plaza de toros de Ronda (IV). Juan Lucas Blanco, torero hijo de torero

El espacio dedicado a la historia de la Tauromaquia, en el interior de la plaza de toros de Ronda, conserva un cartel de toros fechado en 1854 que anuncia una corrida en la que el protagonista principal es el sevillano Juan Lucas Blanco.

El Archivo de la Real Maestranza de Caballería de Ronda conserva un cartel de toros fechado en 1854 que anuncia una corrida en la que el protagonista principal es el sevillano Juan Lucas Blanco.

Es un cartel apaisado, de los llamados de escaparate, impreso en la técnica xilográfica, en un tiempo en el que ese formato ya convivía con la verticalidad que acabaría por imponerse en estos anuncios. Está flanqueado por orlas muy elaboradas “estilo imperio”, que combinan motivos arquitectónicos y vegetales con elementos taurinos. La parte superior la ocupa la escena de una suerte de varas, mientras que la base donde descansa el texto está decorada con viñetas alusivas a distintos momentos de la lidia, grabaditos habituales de la época romántica del muestrario de ilustraciones que las imprentas conservaban para decorar los impresos taurinos, por lo que se repetían en muchos carteles. El pie de imprenta es del establecimiento sevillano Francisco Álvarez y Cª, impresores de SS.AA.RR. y honorarios de Cámara de S.M.

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Cartel de la Plaza de Toros de Ronda (1854). Archivo RMR.

El cartel presenta al “célebre, acreditado y más antiguo de los espadas de Sevilla” Juan Lucas Blanco, hijo del infortunado torero del que nos ocupamos en la entrada anterior de esta serie.

Figura también como segundo espada Antonio Conde, torero de Triana, que se había presentado ya en la plaza de Sevilla en 1852. Torero muy menor, en una corrida en Madrid en 1861 mereció el comentario de un periódico de que “no tiene de torero más que el pelo”. Entre los picadores aparece el portuense Juan de Fuentes, que se presentaría en Madrid un año después y repetiría en varios carteles de la corte sin demasiada notoriedad. De los sevillanos Manuel Carrera y Manuel Ceballos hay muy escasas referencias. Los toros anunciados procedían de la antigua ganadería de Fernando Freire, de Alcalá del Río, uno de los ricos labradores de principios del XIX, arrendatarios de cortijos y dehesas, en su caso con propiedades dedicadas a la explotación ganadera.

La corrida se celebra dos meses antes de que estalle la que se llamaría Revolución de 1854, uno de los tantos terremotos políticos y militares del agitado siglo XIX español durante los ajustes de su orden constitucional. Ese año nacía Oscar Wilde, el emperador Francisco José se casaba con Sissí, lord Cardigan dirigía la desastrosa carga de la Brigada Ligera en la batalla de Calatrava, y Juan Lucas comenzaba a arrastrarse por las plazas, desmanteladas las expectativas que su aparición había despertado en algunos de sus protectores y partidarios, amigos y compañeros de su padre.

Por obligación cursó estudios avanzados de latín, pero no hizo caso de la voluntad de su padre, que no quería para él esta arriesgada profesión. Criado en un ambiente taurino, Juan se escapaba cuando podía a la escuela del corralón del matadero sevillano, aprovechando las ausencias de su progenitor durante sus giras por otras plazas de España. A su muerte, ejecutado en 1837, se sintió liberado de la prohibición paterna para dedicarse a su vocación y traer sustento a su familia, abandonando los estudios. Era “un mancebo gallardo, esbelto y de atractiva figura”, bien educado, muy alejado del carácter bravucón y chulesco de la mayoría de los toreros románticos, alegre y simpático que cantaba flamenco “con gusto y sentimiento”; promocionado por toreros como Juan León, el Barbero, Juan Yust, Cúchares y el propio Paquiro se alimentó en la afición sevillana más entendida la promesa de una gran figura en ciernes por su toreo parado, decidido y valiente.

Al fallecer su madre fue adoptado por Juan Yust, que había recibido clases de Pedro Romero en su Escuela de Tauromaquia y se estaba convirtiendo en un torero de prestigio; no solo lo acoge en su casa como uno más, sino que además lo incluye en su cuadrilla, fogueándose en los primeros años en plazas de Andalucía y Extremadura confirmando sus buenas maneras. Tan integrado estaba en su familia, que tras la muerte repentina de su protector en 1842 al poco tiempo se casó con su viuda. Un año después ya era jefe de cuadrilla. Velázquez y Sánchez lo ve en Cádiz en 1843 “siendo objeto de una ovación que recordaba los juegos olímpicos de la Grecia”. Sus buenas actuaciones en Andalucía le animan a presentarse en Madrid para codearse con primeras figuras.

A pesar de sus éxitos en Sevilla y Cádiz, algunos advirtieron sus dificultades para enfrentarse tan pronto a ganaderías duras de Castilla y Navarra, diferentes de la boyantía de los toros andaluces, como así fue. Falto de recursos para las lidias broncas, se vio pronto desbordado y en 1846 sufre dos tremendas cornadas en Madrid y Almendralejo que a la postre marcarían el comienzo de su decadencia. Hacia 1852 ya no convence en la Maestranza de Sevilla, que le prestaba crédito hasta entonces, en Madrid no confirma ninguna de sus virtudes y ese año y el siguiente sufre otras dos cornadas gravísimas por las que se derramará definitivamente su confianza. Será por esas fechas que el dibujante y acuarelista inglés William Lake Price lo incluya en una de sus láminas junto al gran José Redondo el Chiclanero y Julián Casas el Salamanquino.

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Juan Lucas Blanco, en el centro, representado por William Lake Price (1852). Archivo RMR.

Perdido el aplomo de sus principios incluso con toros favorables, para combatir su evidente “falta de manejo y pericia” se dará a la bebida, presentándose en algunas plazas en un estado lamentable, alternando temeridades y cobardías. En vano trataron de rescatarlo de esa espiral destructiva los compañeros toreros que tanto afecto le tenían, e incluso sus antiguos compañeros de estudios procuraron buscarle sin éxito un hueco en el negocio de la carne. Incapaz para cualquier otro oficio, prolongó malamente su infortunada trayectoria hasta 1864. Tres años después un periódico de Sevilla se hace eco de su fallecimiento por una bronquitis, “reducido en sus postreros días a la última miseria”.

Bibliografía

  • Cabrera Bonet. Orígenes y evolución del cartel taurino en España. Consejería de Gobernación y Justicia, Sevilla, 2010.
  • M. Cossío. Los toros. Tratado técnico e histórico, vol. III. Espasa Calpe, Madrid, 1943.
  • Velázquez y Sánchez. Anales del toreo. Imprenta y ed. Juan Moyano, Sevilla, 1868.
  • Sánchez de Neira. El Toreo. Gran diccionario tauromáquico. Imprenta de Miguel Guijarro, Facs. 1879. Turner, Madrid, 1988.
  • Carlos L. Olmedo. Relación de las Ganadería de Reses Bravas en la región andaluza. Imp. Monardes, Sevilla, 1897.

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